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EL ZORRO DEL MAR

El Zorro no tiene nombre ni parece tener historia, sólo oficio. El suyo es salir temprano a alta mar, pescar salmón del Caribe, que extrañamente cada día tiene una forma diferente, venderlos a los negocios locales y, de nuevo, regresar a la mar. La sal y el sol le curtieron la piel desde la primera salida al mar. "Pesco desde que tengo uso de razón", dice. Dibuja una mueca que esconde una media sonrisa y la cara se le llena de arrugas que lo hacen parecer mayor a los 47 años que asegura tener. Dice que es tímido, que no le gusta que le tomen "retratos". Por eso baja su gorra hasta cubrir sus ojos azules: "creo que soy famoso a nivel mundial porque toda persona que pasa por Utila me toma fotos... Aunque yo nunca las he visto". Su gorra le sirve para todo. Le cubre el rostro en alta mar y en ella guarda el dinero de la venta del día, los cigarros, el encendedor y media docena de cosas más. Él se conforma con lo que el mar mismo le da. Los días malos los amortigua con una frase: "Lo que mar te dé... lo que el mar te dé". Pesa el pescado a ojo de buen cubero y sin importarle mucho si pierde en el proceso. Con 50 lempiras ($2.50) hay suficiente para comprarle una "libra" de atún fresco y limpio, lavado a puro agua de mar. Y 12 horas después de haber empezado la jornada, el Zorro se marcha a los callos de Utila …a su casa, en el Atlántico de Honduras. Mañana será otro día de pesca, historias para turistas, limpia y venta de lo que el mar quiera dar. Para él, como para otros muchos isleños, la pesca artesanal no es sólo un medio, es un estilo de vida.

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